Despluma
la nostalgia
con
mente de despertador,
para
saciar la abstinencia
en
que su estado de ánimo
alucina
sin darse cuenta.
Las horas
le incomodan,
esclavo
de la apetencia,
con
hambre de un adiós.
A
veces, por las tardes,
se desprende de sueños
con aromas
a clavellinas,
entre
piedras y rocíos,
o
por las noches, flota
en
el vuelo de una idea,
buscando
ese escape
que
en singular o plural
abra
puertas que se cierran.
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