Callada,
avanzas en vilo,
rondando
la esquina.
Vuelan
hacia tus ojos
los
equilibrios de la nada,
símbolo de una ausencia,
ese epitafio
en el pecho
cual
púrpura camafeo.
Un mediocre
y apático
presente
de disonancias
guía
tus pasos en derrota,
huyendo, alma perdida,
de tu
único, ilustre, abismo.
El
que llevas en ti misma.
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