Anhela
metáforas derramadas de sal
aquel
hombre de las miradas eternas.
Abatida
revisión, abrumada por la lluvia
en
un desafío a la imagen del despertar.
Si su
vital papel es rehacer el alma,
paga
el costo de la innata ignorancia
con
una deuda postergada de insomnio.
Ha
visto dilemas de magos y estrellas,
oponiendo
última e infantil resistencia
a
zanjar el velado poder de las lágrimas.
Llorar
no puede ser más que sincero,
solo
se puede mentir con las palabras.
una lágrima sabe a verdad cuando una palabra peca de engaño, igual, hay muchas lágrimas fingidas e hipócritas, mi querido poeta, lo cierto es que leerlo es un placer y sin lágrima es verdad
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