Ante
lo patético, ideal de libertad.
Sin
que los atajen vallas ni cercos,
el viento
y el niño, gozan la libertad.
Nunca
la piden ni la mendigan,
la
llevan en ellos todo momento.
Cómo
no enamorarme, perdido,
de
la niñez en su lúcida inocencia,
y de
la ventisca en su paso rotundo,
si
con ellos se mueve el mundo.
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