Fútiles
relatos colgados
en la
ventana del que dirán,
son lo
mejor del absurdo.
Esos
alocados delirios
vestidos
con harapos,
vuelos
de luciérnagas
camino
al juicio final,
por
una calzada lacerada
de
farandulescas heridas.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
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