No
te detengas en el purgatorio.
Es
una injuria malgastar el cielo
buscando
solo la tranquilidad
de
lo ya conocido, en vez de osar
una fogosa
excursión diferente,
que
te aleje del mediocre infierno,
en un llevadero paseo vespertino.
El mar
en calma es un soso destino,
sin
la aventura de un viejo sonido
que
vuelva a evocar lo que eres
cuando
alcanzas la cima sublime
de
esa inmensidad que nace de ti.
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