En
ocasiones, la realidad
no
hace más que pintarrajear
incoherencias
de media noche.
Pasea
su torpe mascota
una
señora con pasos
apurados
de hormiga.
Ecos
del verano reverberan
sobre
la diluida acuarela
con
que se adormece
sin
destino la ciudad.
Artesanos
de monosílabos,
dos
perfectos extraños,
pregonan
la supervivencia
del
mundo de un dios
víctima
de malos enredos.
Como
un oxidado fetiche,
la
mujer del vestido azul,
malgasta
su decepción
en
un domingo lluvioso.
El
boceto de una ilusión
sobrevive
encapuchado
en
la verja de ilusiones
que
persiste en el café
con el
que la paciencia
se
aguantó la espera.
Tarde
para arrepentirse,
se
invita a si misma
a
volver a morir ausente,
dentro
de una botella.
EL ALCOHOL DESTINO DE DESESPERNZAS, DOLOR, HASTÍO, CULPAS...TRISTE ESTINO QUE CREA MAS PROBLEMASS SIN MATAR NINGUNO DE LOS QUE SE ACARREAN, MUY BUEN POEMA ME GUSTÓ SERGIO
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