Nunca
hube de retornar al mar,
porque
allí, mis ojos se anegaron
en
la sal de una musa triste.
Me eternice
con mi luna de papel
transitando
todas las ciudades,
atrapado
en el fiel atardecer.
Pero
si debo de volver al mar,
me
llevaría un gato francés,
que
en galo ronronee dulce.
Justo
un cuarto para las siete,
en un
nuevo amanecer violeta,
saborearía
un café irlandés
viendo
el despertar de una flor
húmeda
con virtudes de rocío.
Acurrucaría mis fantasmas
en
una almohada sabor a miel,
escribiría
en un segundo dos cosas,
tu
nombre niña y mis sentimientos.
Acurrucaría mis fantasmas
ResponderEliminaren una almohada sabor a miel,
escribiría en un segundo dos cosas,
tu nombre niña y mis sentimientos.
bellísimo, siem...siemre pasa por tu cerro aislado hace que tiemble mi alma