Guiando un silencio al viento,
trasládame sutil con tus alas
desconocida muchacha bella.
Fértiles, juntos y desnudos,
en celada asechanza nocturna,
hagamos de la simple vida
un juego de mariposas azules,
un vagabundeo por el campo,
con soles que abren pétalos
y huellas que acoplen ecos.
Goza un tango, dama de cristal
sobre el eclipse encumbrado
de los robadores del tiempo,
Que me trajinen tus encantos,
en tres destellos interminables,
a los océanos de lo perpetuo.
Y, junto al retoñado mazapán
que nos regala el almendro,
festejemos la curiosa realidad
de ser desconocidos soñadores.
Ilustración: "Pareja de soñadores" - Redi Perez
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