miércoles, 15 de abril de 2020

A la deriva


De noche, casi de perfil,
señalándome,
un frío de vidrio me penetra
tenebroso e incontable.
Ligera mano que mansamente
espera, tranquila,
que ronde mi cabeza la almohada,
para encontrarme
dócil, inmutable y desnudo,
y allí enhebrar
intrigas sin ningún valor ajeno,
simples joyas de la nada.
Zarzas que apartan al sueño
a roeduras blancas,
dejando entreabierta la agonía
de mi mente a la deriva.

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