Jamás
pude terminar de verte,
aunque
siempre me encontré,
atónito,
ante las suaves ondas
murmurantes
con que regalaba
tu
cuerpo la ardiente siesta.
Ángel
de conjuro e incienso,
con
fragancias de marismas
y presencia
de sargazos y paz.
Refugio
sin nombres ni vestidos,
como
un aturdidor pórtico mudo,
tibio conjuro
de valva que atrapa.
Cultivas,
en el huerto de tu piel,
la
realidad de una salvación
que se
dibuja con filigranas
suaves,
como un poema de mujer.
Ilustración: "Poema de mujer" - Mayra A. Otero
No hay comentarios:
Publicar un comentario