Naranjos
amargos, allá, lejos,
me recuerden
a ti.
Me
aroman, como aroma tu piel.
Soy
viento y te acaricio,
sin
dejar huella, solo vagando
sobre tus
labios y tu carne,
que se
escurren de mí, dejándome
desamparado y desolado.
Sabor
amargo de naranjas agrias,
flor
peregrina sin dueño,
y yo
sin cobijo, desalojado y solo,
mirando,
allá lejos,
como
perfuman naranjos amargos.
Los frutos se vuelven dulces si se los procesa y cubren de azúcar y miel. Por supuesto luego hay que darles fuego. Hermoso poema, me hizo pensar en frutas en almíbar. Buen fin de semana.
ResponderEliminar