Esconderme
tus ojos,
descubrirme
navegante
de tu
cuerpo entreabierto.
Palpar
en callada desidia
el
temblor de tus muslos,
visitar
el extraño paisaje
de tu territorio
infinito.
Descender
hasta el fondo
de tus
fronteras ocultas,
quedarme
en ese tiempo
sin
tiempo de tus pausas.
Cerrar
los labios en tus fuentes
y
escuchar en el silencio
de tus
furtivos espantos,
esas
pequeñas muertes
que te
anidan como música
de una
canción distinta,
burbujas
que se deshacen
en el sitio
donde, solo yo,
entiendo
tus palabras.
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