Bajo la cúpula aletea un dragón
travestido
de ángel y hambre.
Es la
ausencia en la intemperie
que
excava el sentido del amor.
Busca mil
formas y se instala,
acomodado,
donde el abandono
incendia
con sonido de recodos
devorando
lo que no se ha ido aún.
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