como
una trampa para no decir nada.
Pienso
que quererte no fue buena idea,
habré
tenido razones para no amarte,
pero nada
hay que me las recuerde.
Hoy me
ensordece la pulpa del silencio.
Cuando
ando, diría que bostezan las puertas
y
vuelvo a sentir mi costilla en su lugar
mientras
leo a Proust y escucho a Strauss.
Tal
vez mañana pinte libélulas verdes
y
vuelva a traicionamos mutuamente
navegando
la abundancia del desamor,
o tal
vez, arme algún que otro rompecabezas.
Esos que
tienen fantasmas desgarrados.
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