Resurjo de pechos furtivos
en algunas
siestas ambarinas,
con aromas
de alfalfa en flor
y ventanillas
de distancias.
Un ácido
aroma de harapos,
tenaz
como exilio obligado
habla
de lejanas renuncias
mientras
me moja de sombras
mordiendo
todo el invierno.
Entonces.
sin inquietud alguna.
rapiño
como premio un regreso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario