Leo naderías
en la oscuridad,
triturando
la última voluntad
y un
vino hecho de hojas secas.
Se filtra
una confidencia ajena,
precisa
como una biblia parlante
que
escarba el lugar del sueño.
Allí invoco
dioses de las tinieblas
al calor
de sortilegios paganos.
El
silencio marginal echa raíces,
solo es un huésped inabordable
alojado en la cima de mi
espalda.
La noche misma es tu ausencia
bordando soledades y recuerdos.
El norte se derrumba en mi
mano,
mientras, rastros de espinas
ocultas,
convierten la espera en un fastidio
que tiembla como una esperanza.
La palabra sortilegio, es mía. Me produce El silencio marginal hecha raíces. Lo que dicen las palabras y lo que ocultan.
ResponderEliminar