sábado, 30 de julio de 2011

Aurora



En silencio y con rencor,
desde el abismo perpetuo
cobijado en el baúl de su pobreza,
con la resignación de su capital
de cinco hijos sin un padre,
aceptó que el funcionario aquel,
dejara en sus manos los cien denarios,
con que la plástica tarjeta del gobierno
pretendía comprar la fingida sonrisa
que él verá en el diario de mañana.
La cacería la vida no le dio a elegir,
sentenció en silencio que era la presa,
dejando la euforia sobradora del cazador
del otro lado, persiguiendo sus huellas.
Una… y otra y otra y otra y otra y otra,
Y muchos otros más se acorralan
en su misma resignada, amarga espera,
de que la clemencia absurda de la hipocresía
uno de esos días vuelva a hablar en clave
de los progresos de la integración,
y el combate a la social marginación.
El debate de los que a diario comen
no llega sus cinco flacos sentidos,
ni transitan sus caminos de decepción.
El tatuaje del amargo desamparo
se lleva, perpetuo, en la curtida piel.
La pintada funcionaria con traje de Channel
olvida que Aurora tiene hambre
y mañana…. Mañana puede amanecer.

1 comentario:

  1. Amanece en tus bellos versos.
    un placer leerte.
    feliz fin de semana.
    un abrazo.

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