martes, 5 de julio de 2011

El Adios


Sin retorno, se mira de pie
una tarde de verano.
Fragmentos de la lluvia,
(sin dejarle espacios)
caen antes de tiempo
a través de la ventana.
En su mano,
la carta de despedida.
En ella el adiós,
esa palabra escondida
en el panal de las letras,
es la peripecia
de un monologo de justificaciones.
Como naufrago agonizante,
extraviado esperar,
mira sus huellas y sus manos,
ahora ocupadas por el papel.
Con tristeza, escucha
el canto que canta la lluvia
como un ruido,
mientras la certeza
de que esa visita ya no llega,
da inicio
a un poema inconcluso
de calles y ciegos,
como tibia respuesta
a su historia de desamor.

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