sin vientos del sur
ni un último acto,
solo te encontré.
habitante del olvido,
más o menos loco,
siempre del otro lado
de todas las cosas.
Pese a todo te encontré.
Mal tejedor de enredos,
madrugador azul fantasma,
no tuve mejor suerte
que florecer en el desierto
de la luna de tu boca
y descubrir tu feminidad.
Eso fue en mayo, no olvido,
y desde entonces vivimos
sobre esta prohibición
que nos hace humanos.
A cualquiera le pudo suceder,
solo que justo, estaba yo allí.
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