No
me nombra el zorzal en el camino,
ni
el oscilar de aquellos columpios vacíos,
atravesados
por el relámpago del viento.
Ya ni me
recuerda en su evocación la gaviota,
las
sombras que celebran en la calle
me omiten
en su adiós, reseco de insomnios.
Bordeando
caminos desgaste presencia,
cambiando
de ausencias como de nostalgias.
En su
melancolía, mujeres matizadas en verde,
me
condenan al olvido por ser laberinto,
sombra de
su sombra en la rutina del espejo,
relato
incompleto de una luna concluida.
Un
extraño y pequeño desvelo a puerta cerrada.
Aquí
estuve, como extrasensorial certeza,
y me
volatilizó la culpa en la catedral de tus
ojos.
Ilustación: "El Turbante verde" - Tamara de Lempicka
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