Cuantas
veces les fue harto tarde
dejar
de recrear lo inexplicable?
Ese,
“yo quiero ser solo para ti”,
que
fenecía, con la muerte del día,
en una
excusa para decir adiós,
soportando
censuras
al regresar?
Debieron
ser voces dormilonas,
sucesos
paralelos una vez al día,
actuaciones
diferidas con vacío,
y no ser
eso que hoy aparentan,
descarnados
amantes enredados,
una
pasión olvidada de verdugos.
no
son más que lo que encubren,
destino
de cuerpos derramados
en
humedades de amor y odio.
Cada palabra tiene su peso exacto, su significante para quien lo lea e interprete, esa excelsa opacidad y capacidad, para transmitir sentimientos...
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