Un silencio de sensuales gemidos
invade de fragancias la penumbra.
Incitantes dedos dibujan una silueta
colmada de desafinados acordes
dentro del manglar de tus cabellos.
Tal como en un concierto de piano,
ambas manos desgranan ostensibles
apuntes de compases sincopados
sobre lo terso de tu activo cuerpo.
Cual si fuera frugal inspiración onírica,
un ritmo de jazz, en la madrugada
de una piel conmovida de pasión,
ensaya la inspiración de armonías
con el vértigo musical de un
allegro.
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