Llueve ahora, y esta cantarina madrugada
me sumerge en hondonadas de nostalgia.
Atrapado en la imprudencia de tus brazos
me apretujo al vaho que emana de tu cuerpo.
Allí, cálido, secreto en la ternura de tu
piel,
aguardo el provocar fantasías perfectas,
entreviendo, en sombras, los destellos de
color
que, a destiempo se van filtrando, bailando
en ese escampar radiante que tienen tus ojos
cuando, adormilada, comienzas a despertar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario