domingo, 9 de agosto de 2015

Me come el alma

Las retamas perfuman el aire con sus flores,
los amancay tiñen de amarillo el firmamento
produciendo fenómenos visuales de esplendor
en las múltiples formas que toma el pensamiento.
Hacia la hora del crepúsculo, en perpetuo sobresalto,
es tan agradable el olor del bucólico paisaje
que no existe aterrantes tormentas que lo evaporen.
En cualquier recoveco de la casa perdura
su frescura en las tardes calurosas,
invitando a sentarse a disfrutarlo en las noches de luna,
mientras las cigarras cantan su canción filosa y monocorde
y algo de viento agita las ramas de los arbustos,
que solo es un fantasmón del monte
enseñándonos a recuperar, en lo simple, algunas alegrías.
Lo pastoril invade el deseo de una buena vida,
mientras la ciudad, convulsionada,
me come el alma para convertirme en un fantasma.


1 comentario:

  1. Me dices en tu comentario que es un gusto descubrir mis letras, el gusto es descubrir las tuyas, linda poesía nos traes en esta entrada, te come el alma y lo has plasmado de maravilla, me ha encantado, te felicito por tan magnifica poesía.
    Gracias por tu visita y tu comentario, dices que tú escribes sobre el el frío y la nieve y yo sobre lo cálido y los helados, escribo sobre lo vivo y tengo a mi alrededor.
    Me ha encantado tu blog, yo también te sigo.
    Un abrazo, te deseo una feliz semana.

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