Yo
visité la región delgada
y transparente
que circunda
la
ventura carnosa y húmeda
de los
ojos de una mujer.
Fui
nómade en ese reino extraño,
más
suave que un tibio follaje.
Mi
cuerpo repetido habitó
un
tiempo sus límpidos espacios,
la luz
blanda de sus pupilas
exploró
el trópico de mi desnudez
y mis
fronteras. Sin atavíos,
atravesó,
con lentitud de lava,
la savia
roja que peregrinaba
por mi
cuerpo en su presencia.
Se que
he estado en ese lugar
donde
soy otro, porque es ella
la que,
espléndidamente libre,
amamanta
mi vicio de ser feliz,
envolviéndome
en la ceremonia
de ser
habitante de sus pestañas.
Delicado reino. Bonito vicio con letras transparentes.
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