domingo, 28 de abril de 2019

Hay desquite

Cierto aburrimiento, desnudo de ideas,
despoja con impudicia un pensamiento,
exiguo retazo de lo que alguna vez fuera
la partitura de un posible proyecto de vida.
En el desierto de la carne viva, germina
la íntima desnudez del implacable fracaso.
La realidad desvió las buenas intenciones,
ayudada, tal vez, por la fragilidad del valor
o quizás por la tiritante desidia del no hacer.
Arrebatado el gozo del triunfo, se adueña
la dura piedra del temblor: la frustración.
Si aún se puede rescatar un latido inmóvil,
un espasmo translúcido que se obstine
en no dar el brazo a torcer, en mantenerse,
como un tibio oro carnal resistiendo la derrota,
ningún descalabro es para siempre. Hay desquite.
Trozos, jirones y retazos son valioso tesoro
que puede macerar brotes y raíces, para luego
atizar el fuego maduro del volver a comenzar.



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