sábado, 27 de abril de 2019

Terco


Te esperé tras los cristales
empañados del desconsuelo.
La salada humedad del miedo
traspaso el sopor de la espera.
En silencio, palpando sombras,
desande el gusto de acariciarte,
nocturna llama de una vela
que hoy ya no alumbra ni aviva
la luz que alguna vez palpitamos.
Terco, me desvele hacia adentro
todas las noches y los domingos,
apretándome silencioso las ondas
de un aliento que ya no era mío.
Camine solitario para enfriar la sangre,
hasta que la lluvia erosiono el tiempo.
Hoy también, en lo más profundo,
podría imaginarte atravesando el silencio,
pero me detengo donde el aire se densa.
Allí te desvaneces y cierro los ojos.

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