domingo, 18 de diciembre de 2011

Malabares

El duraznero sufrió el tiempo.
Le faltaron caricias… sobraron escarchas.
Vulnerable a aquellos días oscuros,
su tibieza en blanco y verde no germinó.
Los años han agregado ramas a su tronco,
pero no alegrías. Estaciones perdidas.
Desnudo de frutos, se perfuma de ausencias.
No muere de sentimiento vacío, porque cabalga,
entre sueños, su universo de hormigas.
Malabares que su madera fabrica,
para sentir que hay vida y no un callejón sin salida.


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