En el crepúsculo de alguna tarde,
de invocación guardando el aire,
la congoja de los arboles envuelve
las últimas palabras de los vientos.
La lluvia sabe a mudanzas,
a despedida, a disgregada huella.
Desnuda desencantos la bruma
languideciendo añoranzas tardías.
Las cenizas de la melancolía
abren la puerta a otra oportunidad.
Es esta ilusión de clima indeciso
la que tiene un color especial,
de tiempo errante. Pueril.
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