Sentado en la butaca, con el cinturón cruzándome
el pecho, alta la música del mp3 y raras luces que viborean, encadenadas,
acercándose raudas con giros incompletos y fastuosos, como si fueran nocturnos
pájaros lumínicos que volaran en paisajes acuosos.
Mis ojos las ven pequeñas en la oscuridad de
la noche, las imagino viajeras de ficticias rutas que zigzagueantes eluden oscuridades,
como si fueran Luceros que vuelan bajando del cielo a esta autopista por la que
transito.
Si fueran estrellas, solo portan frialdades, dejando
rastros de humanidad borrosos, continuando pliegues de esta calzada que se
colma de los rastros curiosos que dejan los autos y sus altas velocidades.
Fantasmas blancos que me avanzan y devoran delante
mío, estelas rojizas que me abandonan perdiéndose en la opacidad del espejo
retrovisor, y allí, en medio de ellas, escuchando Carrie, por Europe, yo,
transitando a 130 km. por hora la autopista nocturna en viaje a ningún lado.
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