¿Y Tu qué Piensas?
Enfundado en su guardapolvo blanco, el Dr. Santor
Gonzales, titular de la cátedra de Anatomía Patológica, lanzó la pregunta
mirando a todos y no señalando a nadie, pero parado justo a mi lado y con su
mano derecha, delgada y fría sobre mi hombro.
¿En que pienso? Pienso que puta estoy haciendo en está cátedra
que me está mostrando sobre un pobre tipo que pasó más años en una tina con
formol que respirando en el medio ambiente, como el glúteo mayor se origina en
la parte posterior de sacro e íleon y va hacia el tracto iliotibial y hacia la
tuberosidad glútea, actuando como el más importante extensor de cadera llevando
el movimiento del muslo hacia atrás, con la ayuda de otros músculos como los
isquiosurales, cuando en realidad lo único que de dicho musculo me interesa es
que el de Corina es consistente, duro y agradable cuando después de nuestros
escarceos amorosos lo apoya sobre mi pierna, relajándose para adormilarse a mi
lado.
Pienso que ahora quisiera estar tirado en el parque, la
espalda apoyada en un árbol, las piernas estiradas, leyendo a Walt Whitman o
terminar de una vez Cartas al pequeño B..., de Alain Fournier, que siempre
retomo en el último capítulo y por una cosa u otra dejo pendiente, disfrutando
del aire primaveral, con Corina apoyando su cabeza en mis muslos, bamboleándola
al ritmo de la música que está escuchando con su mp3.
Pienso que estoy encerrado en un aula fría, junto a
treinta o cuarenta personas más, todas disfrazadas con guardapolvos, y solo una
o dos lo llevan abrochados, jugando a ser doctores, cuando no pasamos del
primer año de Medicina, manoseando los músculos mil veces fregados por otros
miles que antes que nosotros hicieron lo mismo, músculos que pertenecen a lo
que en su momento fue un ser pensante y sintiente y que ahora no es más que un
pedazo de carne que pretende servir de instructivo a los cabeza huecas que lo
toqueteamos y que lo único que vamos a recordar dentro de cuatro o cinco años
son las tontas bromas que hacíamos con ese pobre rezago de humano.
Pienso. Nada, no pienso en nada, fue la respuesta.
Jovencito -replicó la voz solemne del Dr. Santor Gonzales, titular
de la cátedra de Anatomía Patológica- uno
nunca piensa en nada. A lo sumo podrá Ud. pensar sobre la nada. Pero eso es Filosofía
y no Anatomía.
Santor González, tiene razón, pero no puedo pensar sobre
la nada, porque la nada se me llena de Corina y su glúteo mayor que va hacia el
tracto iliotibial y hacia la tuberosidad glútea, que me fascina y que me lleva
a decirle en el oído “me encanta tu culo”
que no es un término médico ni tampoco poético, pero que le arranca una
sonrisa y miles de promesas.
Fabuloso en resumen, me encanta apoyado en mi pierna para dormir.
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