jueves, 1 de octubre de 2015

Aguardando


Aguardando el paso de aquellos infinitos agostos,
el perfume de ella se prometía para un septiembre.
Días de suaves brisas matutinas llegaban cotidianos,
a veces, imitando en modo sutil la senda del tiempo,
otras, con la inmortal quietud de un café negro.
Efímeras, decidían su tiempo las horas antes del arribo.
Contra reloj intentaba apurar con artilugios los días,
inútil esfuerzo ante un calendario con distinto criterio.
Mundos eternos germinaban al extremo de la espera,
silencios heroicos prolongaban instantes cansados.
Como un delgado pájaro ese hombre consumía su vuelo.
Finalmente septiembre concibió su caprichoso arribo,
mostrando su llegada en anécdotas de colores nuevos.
Aromas vegetales despertaron adolescentes ardores,
una fuerte savia de primavera puso fin a todo desvelo.
Como prometido bálsamo que alimenta no solo el alma,
tiempo y espacio se conjugaron en la flor que selló un beso.

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