pues suele ser difícil y recatada.
Como si fuera una fábula viva
la felicidad se matiza de azul,
inventa un botellón de sosiegos
y le pone pintura fresca al día.
Es el sonido de un arpa mágica
buscando devotos por la ciudad,
epitafio de toda desesperanza
y cura repentina de la melancolía.
Entonces ¿por qué negarla?
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