jueves, 16 de junio de 2016

Sabor primitivo

Lentamente me invade el sabor primitivo
envuelto en la niebla que emana tu prado.
El despojo y la fatiga que castigaban mi cuerpo
se transforman en una enorme lápida de calma,
y me deja flotando en un vuelo extendido.
El bello enmarañado es un dardo adictivo,
aparecido sobre todos los posibles imaginables,
incrustado en espiral sobre mi pecho,
prometiéndome una cornucopia de paraísos
donde pastoreo, en el aire de ese abismo,
que se abre con luz oculta, en silencio aullando.
Disfruto de la tenue tiniebla que emana,
lenta y cálida de su aterciopelada esencia,
y sé que luego, el efluvio cálido me impregnará
de osadías salpicadas de profundidades,
para finalmente dejarme, agotado,
descansando en el horizonte ondulado
de tus poros ardientes. Y allí vivo, sobre la niebla del vacío.




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