jueves, 2 de junio de 2016

Visitante nocturno

Cierra sus ojos y piensa en su visitante nocturno.
Pies húmedos, rostro tenue. Respira hondamente,
y se agota. Se disuelve el pelo gris y luego llora.
El alma perturbada vierte ríos de lágrimas solitarias,
un arco silencioso extiende la cruel incertidumbre.
La esperanza se enciende y se apaga por momentos,
la oscuridad la cubre con un ala pesada. Se agota.
El dolor la hunde en la niebla y se atrapa en la fatiga,
sonríe pensando tenerlo presente sólo un momento
y flotar en las olas que suelten sus manos y sus brazos
cuando no haya ninguna frontera entre sus cuerpos.
El agua de su rio se libera y naturalmente fluye,
vendrá su visitante nocturno. Seguro que vendrá.
Esa puerta siempre entreabierta aún lo espera,
y a sus pies y al lanzarse apasionado sobre ella.
Las horas corren y enfrían la ilusión entre los dedos.
A veces, el deseo, también se quema un poco las alas.


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