Ella sabe a mar, a lúpulo, a menta fresca.
De lejos es brisa desnuda en el viento,
un halo virginal la orla bajo las sábanas.
Sabores de almendras tiene su entrega,
lumbre y cenizas solo deja a su paso.
En su blanca piel leyendas se guardan,
en sus pechos floren negros claveles,
refugio ostensible de labios hambrientos.
De allí liba el águila más atrevido
las fuerzas que a la cumbre lo llevan.
Ella es ansiedad, anhelos, atardecer.
Apacibles ofrendas henchidas de gozo.
Forzoso sucumbo en su anhelante respiro,
dejándome ir en momentos de aliento.
Ilustración: "El pescador y la sirena" - Frederic Leighton
Saber a menta fresca y a lúpulo, debe ser que nos orla bajo las sabanas.
ResponderEliminarCálida ofrenda a la esencia de la mujer.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMaravilloso, toda una sabrosa poética descripción... Me encantó... Any (Quién la firma?)
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