Saborea
el atardecer que te ofrece mi mano,
consume
el calor de mi sangre,
que
ya no es de primavera, pero mitiga el día.
Atrapa
mis dedos, empuña mi largo brazo,
móntate
en mis delgados hombros.
Sería
estupendo sentirte sobre mí, en mí,
una
huérfana noche, una noche como tantas.
Sobre
mi pecho, tu cabeza y sus pensamientos,
y
luego el todo acompañándonos.
Seríamos
parte de él. Temblando.
Un atardecer tan bello como un amanecer..
ResponderEliminar