La luna de agosto ha escondido su rostro,
un impetuoso torbellino de nubes se reúne en el cielo,
eleva pequeñas ramas y miles de hojas.
Misterioso soplo de viento sacude árboles solemnes.
Personaje terrible, pero amable, la naturaleza desencadenada
es la cuna eterna de una
vida enajenada.
En silencio, sigo el temblor de los esfuerzos del viento
encima de mí,
en mi ánimo se alientan pequeños truhanes,
mis ojos giran con instinto continuo y mi aliento se
eleva
huyendo del corral de palabras.
El fenómeno me supera y solo me siento neófito
de misterios transcendentales.
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