domingo, 2 de octubre de 2016

Compañía


El mundo le parece azul
cuando abre los ojos  y está a su lado.
Se diluye su ambigua soledad
con la simple dádiva del contacto en sus dedos.
Durmiente aún, disfruta los deleites
que acompañan del alba hasta el ocaso.
Son simples, pero siente su compañía.
Almorzar ambos en el mismo cuarto,
ver brotar una rosa en el jardín,
recorrer con la mirada la extraña playa
poblada de cosas bizarras
que dejan los veraneantes cada fin de semana.
Tal vez caminar en ella
viendo a los cangrejos enterrarse en la arena,
disfrutar su encierro como un adviento
pleno de promesas para los bienaventurados.
No se separó de él ni un instante
desde el día de su partida.
Siempre lo tiene a su lado para volver a sentir.
Sentir que se está vivo, y no se está solo,
sentir que vale la pena vivir y ser feliz,
que no hay vacios bajo esos arcaicos cielos
si sus ojos acompañan sus rumbos
desde el viejo retrato.

Ilustración: "Retrato de una mujer" Egon-Schiele

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