No sé cómo ni sé cuando
tome el tren equivocado.
Tuve que desenraizar
las venas para sentirme
alerta, al rojo vivo.
Con un absurdo miedo,
fuera y dentro de mí.
en la repentina ebriedad
de un fuego oxidado.
Busque una estación mental,
un engranaje de azahares,
para un horizonte sin final.
Encontré la casa vacía
y un espacio reservado
para esos ojos almendrados
y que ya no haya ausencias
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