Aléjense amigos del café frío y la oscuridad tenebrosa,
del pasto que se carboniza y de las alimañas que se
arrastran,
de ella si guiña, de ella si sonríe, de ella si habla.
De la sangre cuando deja de circular y del viento cuando
viene detrás,
de las tardes que se resbalan y de los caminos que se
angostan.
De los árboles que inclinan su cabeza con inesperada
velocidad
y del mismo sol cuando durante horas flota en algún lugar
del medio.
Del aire qué
inesperadamente se vacía cuando se aspira.
Aléjense amigos de cualquier búsqueda que cante en el
desierto,
de los espíritus que vagabundean cargando penas,
de las despedidas en las noches oscuras y tormentosas.
De niños corriendo descalzos o haciendo pis fuera de sus
casas,
pero fundamentalmente, aléjense de las listas
interminables
que se pierden con los tiempos y que piden que te alejes.
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