Con la primera luz nadie sabe nada,
todavía todo es silencio, viejas voces
que tienen aún un poco de la noche.
El color del cielo se resiste a despuntar,
a trazar su enigma propio de paisajista.
La luz en su suave andar sobre el vacío,
va dando, callada, azules improbables.
Las nubes transitan porque sí, a solas,
empujadas por la fuerza de lo que no se ve,
con un destino imposible de descifrar
y una certeza de viaje interminable y pura.
Un nuevo lenguaje alumbra en secreto,
cada día, siempre palpitantes, debemos
descifrar sus palabras húmedas.
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