jueves, 7 de febrero de 2019

Nuestros silencios


Vino de lejos, como un ángel desde dentro,
con ganas de cambiar y cierta desazón.
Se destacaba por sus notas de silencio,
y el cielo azul cansado que dormía en sus ojos.
Me acompaño en madrugadas difusas
y en las tardes en que desafiábamos el abismo.
Vivimos la espontánea indefinición de los amantes,
los hoy siempre volátiles, pero insuperables.
Nos encontramos después errar por tantos cuerpos,
siempre vagando por los horizontes inmensos
que descubríamos, aún vírgenes, en nuestras pieles.
Un día, apagamos las brasas de los últimos fuegos,
o al menos eso creímos. Algo sigue allí en nuestros silencios.


1 comentario:

  1. Debajo de las brasas suelen quedar cenizas. La brisa se vuelve viento y las aviva, sobre todo si el clima subtropical acompaña. Hermoso poema. Buenas noches.

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