Luego del tiempo perdido,
solo sé, que no sé si puedo
estar a la altura de un alma ajena.
Ni que voy a hacer contigo,
o si podemos cambiar
este vuelo de primavera
antes de ponerse viejo, vagabundo,
sin prolijidad y frustrado,
ávido de algo de amor y vida.
O de un milagro, en el segundo piso
de ese pedazo de cielo,
que inventamos con tu sentimiento
desatado en tormenta,
ante la pobreza de mi cuerpo.
Desafortunadamente, no lo se.
Aunque tus manos, a manera de guía,
me brinden el obsequio
de un sembradío de promesas
que cosecharlas quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario