En
el centro de la vida,
como
enemigo sonriente,
el irrazonable
egoísmo
aprovechando
situaciones,
escondiendo
sentimientos,
vestido
de celos en llama,
como
un color imponente,
que
todo tiñe de espinas.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
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