Vamos, sigue el ritmo, que no eres
un hombre sin espacio ni
tiempo.
La vida no pasa exclusiva y solamente
al fino borde de una cama de otoño.
La última madrugada te sorprendías,
estrenando ausencias en el oro blanco
de una mujer irrefrenablemente rosada.
En ese soplo, eras deseo de ser beso,
una geometría de ángulos escalenos,
como ajeno fragmento de una lejanía.
Esta mañana, has despertado huésped
en la cuadra del desesperado olvido,
de una tonta película actor longevo,
síndrome sucesivo de prosaico esfuerzo,
inagotable desvarío de teatral falsario,
porfiado ser de cambios bruscos, que saca
algunas cosas que vos sentís de adentro,
que de buena fuente no sabes porque son,
intriga que existe como infaltable portafolio,
que viene de creer
en el relato construido
con mucha más fuerza que en la realidad.
Esa, que te está tocando el fondo.
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