Demasiado
desequilibrio
en los
paisajes de tu cuerpo.
Algunas
mariposas aleteando
sobre
la llanura de tu vientre,
preguntando
por la ternura invernal.
Irrumpiendo
de las sombras,
una
mañana impensada,
girasoles
eclipsando valles.
Al
poniente, la otra cara del deseo
dibujando
un beso ausente,
pleno
de suaves lluvias de colores.
Como
pecadoras insatisfechas,
margaritas
disfrazadas de luna llena
juguetean,
indolentes y caprichosas,
a la
mancha venenosa en tu espalda.
Se pinta
una ventana en la ruta
que
une el planeta con tus piernas.
A la
deriva, naufragan en tus labios
purpurinas
esferas de cristal.
Perdido
en esa simple locura forestal
en
que me esperanzo con tenerte,
voy,
como los ángeles desposeídos,
buscando
en cuclillas el Edén,
mientras
que espero que me mientas
que alguna
vez oíste hablar de mí.
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