Hoy juego
a ser gorrión,
bohemio
y trashumante,
señor
de elegante orgullo,
sobreviviente
sempiterno
de
nimias mezquindades.
Citadino
por momentos,
en
otros solo campesino.
Hurgador
de fragmentos
en remolinos
de la vida.
Nunca
encadenado a nadie,
libre
genio de la libertad.
Así es
como me siento hoy,
un
gorrión que, arrogante,
se
mira en tus ojos.
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