a
dar rienda suelta a su inquietud
por las tramas tenebrosas
de
personajes extraviados.
La
sapiencia no era su fuerte,
pero
siempre encontraba un lugar
para
un par de respuestas
teológicamente
desviadas.
Duodécimo
hijo de trece,
por
esa profunda influencia estaba marcado,
procurando
no ser siempre el último
delirante
surrealista,
alcoholizando
heraldos del caos y la desmesura.
Elaboraba
cadáveres exquisitos,
vacíos
de sentido
y
golpeados por el descreimiento,
para
avanzar, con una fuerte inercia amoral,
hacia
la decadencia de partidarios y enemigos,
argumento
apocalíptico
en
el que utilizó al amor como pretexto
para
enjuiciar la vida rutinaria
de
los que partían sin dejar nada atrás.
El,
que solo era, un profeta de la nada.
Ilustración: Charlatan 1 (Títere de la obra: The Haywan [El carro de Heno]) - Hieronymus Bosch
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