sábado, 18 de julio de 2015

Charlatán


Su longeva existencia lo llevó
a dar rienda suelta a su inquietud
 por las tramas tenebrosas
de personajes extraviados.
La sapiencia no era su fuerte,
pero siempre encontraba un lugar
para un par de respuestas
teológicamente desviadas.
Duodécimo hijo de trece,
por esa profunda influencia estaba marcado,
procurando no ser siempre el último
delirante surrealista,
alcoholizando heraldos del caos y la desmesura.
Elaboraba cadáveres exquisitos,
vacíos de sentido
y golpeados por el descreimiento,
para avanzar, con una fuerte inercia amoral,
hacia la decadencia de partidarios y enemigos,
argumento apocalíptico
en el que utilizó al amor como pretexto
para enjuiciar la vida rutinaria
de los que partían sin dejar nada atrás.
El, que solo era, un profeta de la nada.


Ilustración: Charlatan 1 (Títere de la obra: The Haywan [El carro de Heno]) -  Hieronymus Bosch



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